jueves, 2 de febrero de 2017

El Jardín De Las Delicias - Museo Del Prado - Madrid, ESPAÑA

El Jardín De Las Delicias, Museo del Prado

El tríptico del Jardín de las Delicias es una de las obras más originales y complejas del Bosco, con un intencionado mensaje moralizador, relacionado con la caducidad de los placeres de la vida, o con “la gloria vana".



El tríptico cerrado representa en grisalla el tercer día de la creación del mundo, según indica la Ekinscripción latina y en letra gótica que corona la escena (Génesis 1, 9-13).  La figura de Dios Padre aparece encerrada en un círculo en la parte superior izquierda, mientras que la tierra es interpretada de forma plana, circundada por agua, con abundante vegetación y sobre un cielo tormentoso, toda ella contenida en una curiosa esfera cristalina, que ocupa todo el centro.



El tríptico abierto acoge tres escenas de un colorido brillante, que representan el devenir de la vida humana.  En el ala izquierda, aparece el Paraíso terrenal con la presentación de Adán y Eva por Dios Padre, que aparece efigiado con los rasgos de Cristo, como signo de que Dios creó el mundo a través de su palabra.  A lo largo de los sucesivos planos circulares, se disponen las especies animales –aves, peces, mamíferos- que ya han sido creadas, mientras que en el centro figura un lago con el cuerpo de una fantástica fuente de la vida con los cuatro ríos del Paraíso, en cuyo centro hay una abertura circular con una lechuza, ave que simboliza la sabiduría o la multiplicidad de las especies.  Tras la figura tumbada de Adán, parece identificarse un drago, procedente de Canarias, que se asocia con el árbol de la vida, y más arriba a la derecha, la palma con la serpiente enroscada, que se identifica con el árbol de la ciencia del bien y del mal.



En la tabla central del tríptico es donde realmente se reproduce el tema del jardín de las delicias, con múltiples figuras humanas desnudas entregadas al pecado, fundamentalmente de la lujuria, acompañadas de un gran número de animales reales y fantásticos, con un claro mensaje de mostrar la debilidad y el carácter efímero de la felicidad o del goce de esos placeres de la carne.  La fragilidad de este mundo no puede quedar mejor expresada que en esa pareja encerrada en un globo de cristal que figura a la izquierda, que parece recordar el refrán flamenco:  “la felicidad es como el vidrio, se rompe pronto”.



En el ala derecha, El Bosco representó el Infierno, una de las creaciones del tema más originales del artista por la importancia dada a los instrumentos musicales, que se han convertido en verdadero lugar de castigo para los pecadores de todos los estamentos sociales.  Algunas escenas representadas son una verdadera crítica anticlerical, como el cerdo con toca de monja que abraza a un hombre desnudo en el ángulo inferior derecho de la tabla.



El tríptico se viene identificando con el que vio Antonio de Beatis en 1517 en una visita al castillo de Bruselas de Enrique III de Nassau, que realizó durante un viaje a los Países Bajos acompañando al cardenal Luis de Aragón.  Por herencia llegaría a Guillermo de Orange, cuyos bienes fueron confiscados por los españoles en 1568, pasando a ser propiedad de Fernando de Toledo, gran Prior de San Juan e hijo natural del gran duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo.   A su muerte en 1591, Felipe II lo adquirió en su almoneda, como así se desprende en el asiento de su entrega en 1593 al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en el que aparece denominado como “una pintura de la variedad del Mundo, cifrada con diversos disparates de Hierónimo Bosco, que llaman del Madroño”.  Allí ha permanecido en las colecciones escurialenses, hasta que en 1933 se trasladó al Museo Nacional del Prado para su restauración, ingresando en 1936 como depósito de Patrimonio Nacional.

Procedencia:
Colección de Felipe II, Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, 1574.

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